miércoles, 20 de octubre de 2010

Crónica N° 1


¿Cuanto tiempo ha pasado desde la última vez que fuimos libres? ¿Creíamos realmente que vivíamos en libertad? Pero… ¿Que es la libertad? Si es por andar por la calle haciendo lo que uno quiere… Bueno… Si, éramos libres… Pero ¿Cuándo fue la última vez que opinamos sin tener que mirar quien había cerca? ¿Cuándo fue la última vez que dijimos lo que realmente pensábamos?

Con esas incertidumbres fue que un día me levante. Y mire a mi alrededor. Gris. Vivíamos en un Cielo gris, que alberga un mundo gris, lleno de ciudades grises donde habitan miles… Que digo miles, ¡millones! de seres grises, que siguen una rutina gris, van a sus trabajos grises, y llevan a cuestas sus grises vidas.
Había matices, si, no puedo negarlo… Tantos como nos permite la escala de grises. Pero nada más. Ni un verde. Ni un azul. Ni un rojo. Ni un solo color. ¿Por qué no había colores? Porque no se permitían. Así de fácil. Ni un solo color, porque a los Dioses dueños de ese cielo, no les convenía que existieran colores. No les servia que los ángeles vivieran una vida a colores. Porque los colores son peligrosos, ya que hacen que los ángeles empiecen a vivir sus vidas, no solo a dejarse llevar. Y al vivir sus vidas, los ángeles empiezan a pensar libremente.

¿Qué pasaba si un ángel pensaba libremente? Entonces lo que hacían los Dioses era reprimir. Lo que mejor sabían hacer, por supuesto. ¡Si ellos mismos lucharon contra la represión! ¿Cómo no iban a saber la forma de reprimir? Nos hacían creer que éramos nosotros los que decidíamos nuestro destino, cuando en realidad ellos ya lo tenían todo decidido y si alguien, por instinto, se salía de lo “permitido”, ellos se encargaban de llevarlo nuevamente a su cauce. Tal como hacen los pastores con el ganado que se sale del rebaño. Los Dioses nos llevaban a la pradera y nos hacían creer que éramos libres, pero solo podíamos pastar donde ellos podían vernos, donde nos tenían al alcance de su mano…

Y así es, que un día nos hacían levantar la mano y elegir si queríamos hacer algo o no. Pero si esto no salía como ellos pretendían, al día siguiente nos volvían a hacer la misma pregunta... Y así íbamos, día tras día negando o aceptando, hasta que ellos obtenían el resultado deseado. Por supuesto que para llegar a este punto, tenían escuadrones de ángeles negros, encargados de ir lavándonos el cerebro de a poco. Y cuando los ángeles negros lograban lavarnos el cerebro, los Dioses ya habían logrado su cometido, y al mismo tiempo, nos dejaban contentos creyendo que éramos nosotros quienes lo habíamos elegido.

Y así vamos viviendo. No podemos enfrentarnos a los ángeles negros, porque los Dioses dicen que son muchos. Que son más que nosotros. Que son más fuertes, más poderosos.

Pero… ¿Serán realmente mas que nosotros? ¿Serán realmente más poderosos? Solo podemos esperar, y rezar para que algún día uno de los Dioses se apiade de nosotros… Es muy descabellado creer que los ángeles grises podemos unirnos y hacerle frente a los ángeles negros y a los mismísimos Dioses… ¿O no lo es?

1 comentario:

  1. Alguien dijo una vez por ahi... " Lo que los malos necesitan para triunfar es que los buenos no hagan nada"...

    ResponderEliminar